miércoles, 28 de julio de 2010

Santo Tomás de Aquino VII

3.2 Conocimiento existencial.
Su objeto, su término es la existencia, si las cosas son o no son. El ser no se deja conocer bien. Heidegger habla del olvido del ser -existencia- para dedicarse a la esencia -ente-, son metafísicas esencialistas desde Platón a Husserl. Santo Tomás distingue el esse en abstracto y esse concreto. Existencia del porpio y la de las cosas. La existencia no tiene carácter lógico. Resulta difícil captarla porque no es conceptualizable. Esto es verdad de la existencia concreta pero no de la existencia en abstracto. El concepto de la existencia abstracta es negativo: conocemos actos que son determinaciones. Conocemos la existencia que no es determinación. Tenemos de la existencia un concepto en parte positivo -es un acto- y en parte negativo -no es una nota-. De la existencia en abstracto tenemos un cierto concepto. ¿Cómo se capta la existencia en concreto? La existencia se expresa en los juicios existenciales: yo soy, la mesa es. Porque se capta en esos juicios. La dificultad es grande: hay juicios existenciales que son erróneos. La verdad o falsedad de un juicio existencial se define si hay un conocimiento anterior al juicio. Ese conocimiento es el Tomás suele llamar experiencia y percepción. Me experimento a mí mismo, me percibo. Este conocimiento adopta la forma de conciencia concomitante o consectaria, dimensión existencial de todos nuestros actos de conocimiento. Al mismo tiempo que se conoce el objeto se conoce al mismo sujeto no de la misma manera. El objeto se conoce de manera explícita, actualizándola en una representación intencional, el sujeto se conoce de manera implícita como sujeto, se le vive o experimenta y esto sin concepto. No se requieren dos actos, sujeto y objeto, con el mismo acto se conoce el propio sujeto. Conciencia significa un cierto conocimiento de sí mismo y concomitante porque acompaña a todo conocimiento del objeto, sigue a cualquier conocimiento.
Las notas de esta conciencia son dos: el yo es vivido como sujeto y ese conocimiento se cumple en el mismo acto. No hay una reflexión en sentido estricto, sólo una quaedam reflexionem. La primera nota la expresa Santo Tomás en q.X De Veritate, y en su comentario a la Eth. Nic. Cuando sentimos que sentimos y entendemos que entendemos, sentimos y entendemos que nosotros existimos. Nadie percibe que él entiende sino a partir de que entiende algo, porque primero es entender algo que entender que uno entiende. El alma percibe que ella existe si elloa extiende alguna cosa. Esta nota la puso Kant de relieve con el sujeto trascendental, con la apercepción pura. Brentano no la cogió. La visión tiene un objeto primario, el color, y uno secundario, el acto de ver, y es así en todo el conocimiento. Se expresó mal, porque el propio acto no tiene carácter de objeto, aunque sí hay dos dimensiones. Con el mismo acto es llevado hacia el objeto y sujeto, entiende y entiende que entiende. El yo pienso tiene que poder acompañar a todas mis representaciones (Kant). En el mismo fenómeno en que se representa el mundo el sonido captamos el mismo fenómeno psíquico (Brentano). Este conocimiento existencial no es puro conocimiento existencial, sólo de la existencia. Debe ir acompañado de un cierto conocimiento de la esencia de nosotros mismos. Nos entendemos siendo el sujeto de ese conocimiento. Esa experiencia de la propia existencia es vivencia activa, nos vivimos a nosotros como activos, como fuente de nuestros actos, no de manera pasiva. El conocimiento existencial de las cosas: conocemos la exisetencia del mundo. El sujeto no se vive como activo sino como pasivo frente a las cosas. Las cosas se me resisten. Esto lo vio Descartes cuando estableció la existencia del mundo: la resistencia de nuestras sensaciones.

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